
Lo que se vive en los Carnavales de El Callao no puede ser explicado facilmente con palabras, es mejor experimentarlo, vivirlo en carne propia. Formar parte de una sola voz, una sola "masa", un solo pueblo que danza frenéticamente por las calles, sin inhibiciones, olvidándose de problemas y prejuicios, llevados de la mano por un ritmo contagiante y hasta shamánico: el Calypso.

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